miércoles, 17 de julio de 2013

La tranquila Turmi y sus fantásticos Hammer

Una vez salimos de Omorate sentimos un gran alivio. Llegar a Turmi desde Omorate no supone más de 2 horas, llegamos a media mañana.

Nada más pisar tierra podíamos respirar la calma en el ambiente. Las calles de Turmi eran un espectáculo para nuestros sentidos. Los Hammer habían bajado de sus lejanas aldeas para recoger los sacos de grano que Naciones Unidas está repartiendo para subsanar la pérdida de sus cosechas. Los Hammer, además de pastores, cultivan sus tierras, y esta zona sufre una importante sequía desde hace unos meses. Está siendo necesaria la entrega de alimentos (grano) y algunos Hammer se están viendo obligados a vender parte de su ganado para poder subsistir. Inesperadamente, empezaron a caer unas gotas de lluvia y nos sentamos junto a ellos para protegernos bajo un pequeño toldo.
 
Ellos, como nosotros, nos sentíamos curiosos los unos por los otros. Ellos me tocaban el piercing de la nariz (tanto que me giraban el cartílago para ver la otra parte del agujero), me tocaban la piel, me miraban las uñas, la venas de las muñecas, el pelo... Yo, a su vez, les tocaba sus tocados en el pelo, los piercings de las orejas, etc. Rubén estaba a punto de ayudarles a subir los pesados sacos en el camión, y los Hammers sorprendidos por ese gesto, cuando nos encontramos con unos españoles que ya habíamos conocido nada más empezar el viaje. Demasiadas cosas a la vez.

Ésta, fue unas de las aproximaciones más auténticas que hemos tenido con los Hammer, porque visitar uno de sus pueblos es altamente decepcionante. 
 Sin haber sido agobiados por ningún guía local, y con el convencimiento de que hay que fomentar la economía local, buscamos el servicio de un guía en el pueblo para visitar las tribus. Dicen que los Hammer son majísimos, y hasta ahora todos los que nos habíamos encontrado por el pueblo así se mostraban. Pues bien, el guía era un Hammer completamente desaliñado, con poco don de palabra y con pocas ganas de mostrarnos su cultura. El pueblo Hammer que eligió para que visitáramos era el más grande, unas 500 personas, de las cuales todas estaban fuera del pueblo en el rato de la visita. Pocas mujeres y algún crió estaban allí. Meeeg! Primera decepción. Las mujeres que estaban allí, tampoco mostraron ningún interés en nosotros... No digo que nos pusieran una alfombra roja bajo nuestros pies, pero algo de educación por favor!! Lo único que les interesaba de nosotros era la ropa que llevaba puesta y los 5 birs que me pedían por foto. Pues, bien, ni les iba a pagar 5 birs por foto y tampoco me iba a quedar en pelotas. Como no eran demasiado agradables ni ellas, ni el guía, la visita duro lo mínimo posible, teníamos ganas de salir de ese show lo antes posible. Y es que, parece ser que los americanos les dan todo lo que las Hammer les piden, pues bien, nosotros no. Ver Hammer pidiéndote de todo y sobretodo fotos, no me gusta...

Así que nuestra cámara de fotos ha estado off estos días. La asociación de guías locales, un auténtico desastre, tanto por la falta de transmisión de la cultura Hammer como por su servicio. Pagar por ello ha sido sin lugar a dudas, tirar el dinero. Pero parece ser que es obligatorio ir con un guía local, será cuestión de buscar más la próxima vez. Unos días más aquí, si que podrían acercarnos más los Hammer.

Ayer estuvimos jugando al freesbee (si, nos lo hemos traído de viaje con nosotros) con unos niños Hammer que pastoreaban por el campo. Luego nos invitaban a su poblado, pero ya anochecía y tocaba volver a Túrmi. De Turmi nos llevamos el paisaje lleno de acacias, la calidez de los Hammer (no, la de los poblados que te hacen visitar) y la calma que transmite el pueblo.

Túrmi es especial, lástima de que no sean capaces de potenciar este tesoro. La cultura Hammer es mucho más que un circo de feria que visitar sólo para dejar el dinero y fotografiar. Y sus guías locales deberían ser capaces de poderlo transmitir... Una lástima.

CUESTIONES PRÁCTICAS: 
- Noche de hotel en Lodge Evaguinde:500 birs. Nos pedían de entrada 65$, pero es temporada baja, y hemos regateado. El trato es excelente y la habitación un lujo si la comparamos con el cuchitril de Omorate. Esta vez necesitábamos una habitación más que digna para recuperar energías.
- Visita al poblado Hammer: 200 bir guía local. 100 birs por persona entrada al pueblo. 5 birs por foto ( no hemos hecho ni una).
- Bus de Omorate a Turmi: 50 birs por persona.

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