miércoles, 17 de julio de 2013

Omorate o el gran burdel en la frontera con Kenya.

Hay veces que cuando uno viaja toma decisiones acertadas y otras veces no. Ir hasta Omorate fue una de esas en la que lo mires por donde lo mires, no había aspectos positivos que rescatar.

La frase " cariño, y que hacemos aquí?" Se convirtió en el estribillo de nuestra corta estancia en este horrible pueblo. Pero vamos a empezar por el principio, para que entendáis un poco como se fue desencádenando la decisión de plantarnos en el el fin del mundo. Porque es ahí donde te crees que vas a llegar cuando vas por la carretera polvorienta y sin asfaltar en medio del casi desierto africano, mientras el tanque de gasolina se va rompiendo cada 5 km.... Y donde parece que el ser humanó se ha extinguido, excepto algún que otro pastor al lado de la carretera medio en pelotas y con alguna pluma en la cabeza. Y, esto concretamente, es lo único positivo de la visita al horrible Omorate, lo que ves mientras viajas, que parece que te teletransportes a la época de nuestros ancestros.

Para situaros, Omorate esta a casi 20 km de la frontera Keniata, es el último pueblo antes de llegar al país vecino, y por ese motivo tienes que presentar el pasaporte en la oficina de immigracion nada más llegar. Fueron unos catalanes que nos dijeron en Jinka "Omorate es súper xulo, allá ningú t'agobia, es súper autèntic, només sortir del carrer principal sembla que estiguis en un altre món". Y si, si... Otro mundo si que lo parece, todo el pueblo es un gran burdel repleto de tíos que te miran como si te perdonaran la vida.

Nuestra reflexión fue, que si era tan "xulo" podríamos pasar una tarde allí y regresarnos al día siguiente. Sólo salen buses dos días a la semana, así que o salíamos al día siguiente o tendríamos que esperar 4 días. El primer error fue creer que el viaje eran 4 horas, parece mentira que después de tantos viajes, aún nos generemos esas falsas ilusiones, y en lugar de 4 horas, tardo 7. Así qué en lugar de llegar a las 2pm, llegamos a las 17,00 de la tarde. Pocas horas de luz solar nos quedaban para visitar el pueblo. Pero antes tocaba elegir hotel.... Otro poema.... Nos sentíamos protagonistas de una peli de Quentin Tarantino. Lo que en este pueblo llaman hotel, nosotros lo traduciríamos en burdel. Y no hay más para escoger. Nos quedamos en el Nacional hotel, mucho mejor que los otros... Y aún así... Una celda sin pintar, con orinales como baño, las letrinas en la otra punta del patio, que no importa, si por lo menos se cerrarán las puertas.... Y por agua, ni nos atrevimos a preguntar. Teníamos el generador de luz justo al lado nuestro, que por suerte ceso a las 12 de la noche, pero los que se corrían la juerga en el bar no se fueron hasta más tarde, y aunque teníamos ventana para paliar el calor sofocante, ni se nos paso por la cabeza dejarla abierta con tanto personaje de juerga en el patio. Así qué, dentro de un lugar deprimente, afixiandonos de calor, con el ruido del generador como hilo musical y a toda una serie de tipejos poniéndose ciegos fuera.... A ver quien era el héroe q pegaba ojo.... Deseando de que se hiciera de día y salir de ahi. Y aún, inocentes nosotros que pensamos, "es de noche, lo mismo mañana por la mañana la gente es diferente".

Nos despertamos con ganas de salir corriendo del antro en el que habíamos dormido. Pero sus gentes no mejoraron durante el día. Por qué a ver, no es necesario que la gente nos salude por la calle solo por ser blanco, pero que ni te miren a la cara cuando preguntas si un autobús va a un destino, ya es el colmo. No había manera de saber que autobús iba a Turmi, menos aún de comprar los billetes.... Porque el pobre que vendía los billetes, con un talonario en la mano en medio de la calle, estaba completamente rodeado de tipos unos encima de los otros, todos colándose y casi sin dejarlo respirar.

Casi no nos podíamos creer lo que estaba pasando, no podía ser que nadie nos contestara a nuestras preguntas, y lo único que nos respondieran era para triplicar el precio del billete. Pero por suerte apareció lo más parecido a nuestro ángel de la guarda, un chico de la tribu Dhasanech llamado zebra. El, su hermano y otro chico que iba con ellos debieron de sentir piedad de nosotros.... Porque intentaron ayudarnos a comprar los billetes, y como ellos también fueron ninguneados decidieron que la mejor opción era que echáramos a correr hasta el puesto de immigración.

No entendíamos nada, pero si ellos nos decían que corriéramos, lo hicimos con todas nuestras fuerzas, todo por no quedarnos en ese pueblo hostil ni un solo minuto más. Una vez dentro del bus entendimos que corrimos para entrar en el autobús que en ese momento entraba en el pueblo, de lo contrario una vez en el pueblo no lo hubiésemos conseguido. El conductor nos soltó una sonrisa, sólo una, pero ya era mucho. Zebra también nos informo que el billete costaba 50 birs, y no los 200 que nos intento cobrar el vendedor de tíquets una vez ya estábamos dentro. Por cierto, la primera vez que intentan abusar con los precios del bus en Etiopía.

Cuando el autobús arranco, sentimos un gran alivio de dejar el pueblo polvoriento lleno de tíos con miradas de que te perdonan la vida y ambiente enrarecido. Posiblemente esta zona tenga una de las tribus más vistosas del Valle Omo, realmente era impactante ver a las mujeres caminar por las calles con sus pechos completamente al aire y con collares de muchos colores, posiblemente la invitación de Zebra a su poblado para la boda de su hermano hubiera sido un planazo, pero sin lugar a dudas el ambiente de ese pueblo fronterizo era el más desagradable que nos hemos encontrado.

Llegamos a Turmi en menos de dos horas y la primera impresion fue la calma en sus calles, el ambiente agradable y la falta de guías que no te dejan en paz... Ay, la pesadilla se había acabado!!!

CUESTIONES PRÁCTICAS:
 - noche de hotel: 100 birs
- bus de Omorate a Turmi: 50birs
- bus de Jinka a Omorate: 88 birs y paro en el mercado de Dimeka, un espectáculo par la vista.... Repleto de Hammers y Bannas... Algo bueno tenía que tener la experiencia!!!

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